La gastroenteritis es una patología muy frecuente en los niños, que suele ser autolimitada, sin embargo, debemos tener en cuenta varios factores para evitar las complicaciones sobre todo en los menores de 5 años.
La definición se basa en el cambio de la consistencia de las heces respecto a las habituales o un aumento en el número de estas, que puede ir acompañada de vómitos, dolor abdominal y/o fiebre. Para poder clasificarla como agua su duración debe ser menor a dos semanas, por lo general es menor a una.
Los virus son la principal causa en nuestro país, predominando el Norovirus, Rotavirus, Adenovirus, Sapovirus entre otros. Hay que tener en cuenta que las bacterias y los parásitos también son causantes de gastroenteritis, a continuación, mencionaremos los síntomas para sospecharlo ya que el tratamiento en estas entidades es específico.
La fiebre alta >39ºC, la aparición de sangre en las heces, el dolor abdominal intenso y la afectación del estado de consciencia como decaimiento pronunciado y/o convulsiones sugieren etiología bacteriana y en este caso el tratamiento es un antibiótico específico.
El dolor localizado en la parte alta del abdomen, con cólicos intensos que mejoran con la deposición, el pujo y las heces con abundante grasa sugieren parásitos como causantes y el tratamiento es un antiparasitario específico y te recomendamos visitar lo antes posible a tu pediatra.
Por otro lado, los síntomas clásicos de las gastroenteritis virales (las más frecuentes) son la diarrea que puede ser con moco, el cólico y el dolor abdominal difuso en la parte baja, puede haber vómito y fiebre. En estos casos (también en las bacterianas y parasitarias) el tratamiento consiste en garantizar la hidratación inicialmente por vía oral con suero (si no es posible y persiste con múltiples episodios de vómito debe ser por vía intravenosa), el jarabe de sulfato de zinc que brinda múltiples beneficios y se debe dar por 14 días según los estudios y la administración de probióticos. En algunos casos se administra un medicamento para disminuir los episodios de vómito.
En cuanto a la alimentación, es esperable que durante los días de la fase aguda haya rechazo a los alimentos y esa es la razón por la que se debe garantizar la hidratación con electrolitos como ya se mencionó. Una vez ya inicie a tolerar la dieta, es importante tener en cuenta que la base de la alimentación serán las proteínas animales y el huevo cocinado, los carbohidratos complejos es decir arroz, papa o yuca (no frita, si al vapor), evitar las frutas como la papaya, y la granadilla que son altas en fibras y podrían aumentar la diarrea, y los lácteos durante la fase de resolución. Se deben evitar las bebidas azucaradas, los jugos de fruta, las frituras, y el azúcar en general ya que esta atrae más agua hacia la luz intestinal y favorece las heces líquidas. No se debe suspender la lactancia materna y en caso de que esté recibiendo una fórmula láctea y la diarrea se prolongue más de una semana, se debe intentar ofrecer una fórmula sin lactosa.
Es muy importante tener en cuenta los signos de deshidratación en los niños, ya que es la principal complicación de esta entidad. Los ojos hundidos, con la turgencia de la piel muy disminuida, la respiración rápida, las mucosas (lengua) seca, la sed, la ausencia de lágrimas durante el llanto son síntomas que puedes identificar en casa. Ya cuando la deshidratación es severa se ve comprometido el estado de consciencia, cuando está muy dormido y no es fácil de despertarlo.
Por último, el diagnóstico de la gastroenteritis aguda inicialmente es clínico y no requiere de pruebas diagnósticas complementarias salvo en algunos casos puntuales. Debes estar atento a los síntomas sospechosos de enfermedad bacteriana o parasitaria, y a los signos de alarma por los cuales no debes demorar en ir a visitar un pediatra.